A Mo Yan le gusta la
comida, eso me queda claro, alguien que concibe el alimento en su faceta vital
y traslada esa fuerza a sus historias y las coloca, a veces con humor, y en
ocasiones como fondo de la violencia del régimen que gobernó a China, hace que
sus personajes, algunos prototípicos, la mayoría con claras referencias autobiográficas,
realicen artimañas, salidas de la vivacidad o avaricia, justificables o
arbitrarias, regionales o de alcance universal, con las que se evidencia el
desamparo de los pobres, la desfachatez del millonario, y tambien, dentro de
toda esa gama de personalidades, siempre, la madre o el padre que le ha tocado
a cada uno, los que, para bien o para mal,
legan muchos rasgos a sus hijos, la educación que se logra en el hogar
parece ser siempre más importante que la que se alcanza en las escuelas, o
cuando menos, es una que establece al niño, y trasciende al hombre que será.
Por ello, en esta
novela, Boom, que trata sobre un niño que come carne, ama la carne, sueña la
carne, idolatra la carne, crea métodos para producir carne y gana concursos en
los que se come carne y ve el Apocalipsis en el mundo cuando se quede sin
carne, se muestra lo que Mo Yan trabaja en su obra, una escritura sencilla y
directa, que, sin falta, intenta revitalizar las sensaciones más básicas, las
que viven o padecen los pobres, las que, en general, olvidas cuando tienes o
cuentas con aquello que otras carecen.
Un pueblo de matarifes,
donde se matan cerdos, perros, reses, lo que sea que produzca carne. Son
mañosos los pobladores pues les inyectan agua a la carne. La historia inicia
bien, hay algunas escenas graciosas, y como es narrada en dos tiempos por el
niño que al parecer ha sido declarado el dios de la carne y que, en un
monasterio, recuerda o explica, durante una madrugada, lo que Xiaotong
Luo vivió de niño. Pues así inicia, con el rompimiento del matrimonio de sus
padres debido a la intrusión de una tercera en discordia, la Tia Burrita, mujer
que sabe preparar cabezas de cerdo y que se ha ganado el amor del niño, y el
papá, Tong Luo, se va con ella, y regresará después, pero, mientras sufre su
ausencia, el niño Xiaotong Luo, lo extraña, pero no tanto a él, como jefe
de familia, sino a su manera de entender la vida, la cual se resume en comer carne
cuando haya dinero para comprarla, es decir, no ahorrar o gastarse en dinero en
algo que no sea comida, lo importante, la felicidad está en comer carne, y eso,
para el niño, es la puritita verdad. La mamá, por el contrario, piensa que lo
mejor es ahorrar el dinero, y sueña con comprarse una casa, eso, más otras
cosas, es lo que provoca la huida del marido. Ganan dinero reuniendo la
chatarra que encuentran, la mamá ahorra, y es reacia a gastar, tacaña como
pocas.
Y, el otro personaje
importante, es el señor Lan, un hombre o
quizá el único, del pueblo que puede darse lujos. Y tiene un pleito cantado contra el papa de Xiaotong Luo.
Al final, el capitalismo
entra en juego. Total que, lo que inicia bien, termina mal en este caso, y para
mí, la novela acaba siendo decepcionante en muchos aspectos, y aunque en un
comienzo me estaba gustando, luego del capitulo 34, la cosa se jode, diría que
mucho, no sé que el dio a Mo Yan por meterle tamaño sinsentido}, aunque, bueno,
él se justifica un poco en el libro, pero ni así le perdono que haya arruinado
su propio libro. La cantidad de veces
que se menciona carne, es de resaltar, nunca había leído algo en el que
repitieran tanto una palabra.
¡Boom!
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Valoración/
Puntaje
|
Estilo/recursos
literarios
|
7
|
Argumento/
Inicio
|
8
|
Desarrollo
|
8
|
Desenlace
|
6
|
Puntuación
total
|
7.25
|
Clasificación
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Recomendable
|
Pésimo
|
Apenas
publicable
|
Recomendable
|
Inolvidable
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Indispensable
|
5 a 6
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6.1 a7
|
7.1
a 8
|
8.1
a 9
|
9.1
a 10
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